Así como existe el miedo las alturas, a la oscuridad, a las arañas o a lugares encerrados, también existe la amaxofobia, que se traduce como un temor exacerbado por conducir un vehículo, y se trata de un trastorno que si bien puede tener muchas características particulares, en la mayoría de los casos sucede por un trauma.

Y aunque no es tan común, hay estadísticas que refieren que, a nivel mundial, el 7% de las personas que cuentan con una licencia para conducir padecen amaxofobia en algún nivel. 

También se tiene conocimiento de que el 75% de quienes sufren este padecimiento son mujeres.

Ahora bien, en el autotransporte, quizá sin cuestionarlo, todas las personas que conducen algún tractocamión, autobús u otro vehículo comercial lo hacen porque les gusta, porque su padre les heredó la pasión o porque simplemente es algo que siempre quisieron hacer. 

El primer síntoma, naturalmente, es mostrar rechazo al volante sin razón aparente, pero esto se agrava al momento de encender el vehículo, pues se despierta una especie de ansiedad, miedo y desconfianza. Es como si creyeran o tuvieran un presentimiento sobre lo que sucederá.

Y aunque se trata de una fobia, los especialistas señalan que si bien un choque o algún evento traumático al volante suele ser la principal causa de la amaxofobia, sin embargo, los altos niveles de estrés también pueden desencadenar este miedo a manejar un vehículo. 

Al igual que la claustrofobia, esta condición se desencadena al entrar al vehículo y se tiene la sensación de que sucederá algún accidente o que algo extraordinario puede pasar durante el trayecto, incluso antes de poner en marcha la unidad. 

También es importante precisar que no se trata de los nervios habituales que suelen tener algunos conductores o algún tipo de zozobra porque hubo un accidente, está lloviendo o se les complica la visibilidad en las noches. No. la amaxofobia es un pánico constante y difícil de controlar. 

Por último, los especialistas coinciden que este padecimiento también está relacionado con la vida social del individuo, ya que en muchos casos, se trata de personas perfeccionistas, obsesivas, nerviosas o que constantemente reciban críticas sobre su forma de conducir. 

El tratamiento, naturalmente es una tarea de los profesionales capacitados, pues se trata de temas que mucho tienen que ver con la vida personal de quien lo padece, aunque, eso sí, en cuanto alguien tenga conciencia de este padecimiento, lo mejor siempre será pedir ayudar y no conducir, ya que el riesgo de cualquier incidente es mucho mayor. 

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También hay tratamientos a base de realidad virtual, pues la tecnología, en este sentido, se ha convertido en un gran aliado para enfrentar estos miedos, sin poner en riesgo la integridad de los usuarios de las vías de comunicación.