La producción, venta y exportación de automóviles y camiones, el consumo interno, la construcción y la actividad minera, así como la relación comercial de México con otros países, principalmente con Estados Unidos, son piezas importantes del motor que dinamiza al autotransporte de carga del país.

Con la finalidad de mostrar una visión amplia de la trayectoria de la economía en las principales actividades productivas que influyen en la ruta y velocidad con que se conducirá el sector, y así ayudar a la toma de decisiones de los transportistas, TyT presenta «Radar Económico del Autotransporte».

El transporte nacional arranca 2020 en una pendiente, en la que la actividad industrial reporta una caída, iniciada en 2018, afectada principalmente por el sector de la construcción y la minería, mientras que en 2019 se sumó la desaceleración de la manufactura.

“El transporte en México empezará a acusar los efectos adversos de un sector productivo marcado por cierta debilidad; me refiero a sectores como la construcción y el automotriz, que van a permanecer débiles, sobre todo la construcción”, sostuvo José Luis de la Cruz, Director General del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (IDIC).

Uno de los clientes principales de los transportistas es la industria automotriz y su cadena de valor. La producción de vehículos ligeros hiló en 2019 ocho meses de caídas, en línea con una menor demanda interna y externa. La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) adelantó que la venta de vehículos caerá en 2020 por cuarto año consecutivo, lo cual implica también una menor actividad fabril.

Del total de mercancías enviadas hacia Estados Unidos, 71% se transporta vía carretera; por ello, el comercio con ese país es de suma relevancia para el autotransporte. Sin embargo, en octubre pasado, los envíos hacia esa nación totalizaron 32,963 millones de dólares, una caída anual de 1.6% y sumaron dos meses de contracciones, de acuerdo con el último dato disponible de la Secretaría de Economía (SE).

En tanto, las exportaciones totales de México mostraron cierta debilidad hacia el cierre de 2019, con una caída de 2.9% anual en noviembre. Se trata de un descenso marcado por una desaceleración de la economía global, incluida la del principal socio comercial del país.

Otro combustible para el transporte de carga —y el PIB del país— es el comercio al mayoreo y menudeo, afectado por el estancamiento de la economía, cuyo efecto es una menor capacidad de compra de los mexicanos.

El comercio al mayoreo, realizado entre empresas, reportó 11 meses de contracciones, hasta octubre pasado, mientras que las ventas al menudeo muestran debilidad, conforme a información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Todos estos factores, de acuerdo con de la Cruz: “Van a incidir en que el crecimiento del autotransporte tenga un desempeño débil en 2020”. En tanto, la mirada estará puesta en los efectos que las estrategias de inversión emprendidas por el Gobierno federal y la iniciativa privada, tendrán en la manufactura y el
consumo interno de México.