Tras casi un año de haber trabajado en casa, Juan Pablo tiene todo listo para volver a la oficina con un cambio de cultura. En los últimos 12 meses solo ha ido físicamente por asuntos extraordinarios, pero ahora su equipo está listo para hacerlo de una forma distinta, renovada.

A pesar de que la capacidad de adaptación y la resiliencia han sido fundamentales para sacar adelante la operación de la compañía bajo el esquema home office, las exigencias del mercado también apuntan a retomar parte del diálogo que se da de forma física, siempre y cuando se garantice la integridad sanitaria de las personas. 

Bajo este entendido, Juan Pablo tiene la gran responsabilidad de comunicar a su equipo cómo será la nueva realidad para la empresa: procesos, gestión, seguimientos y evaluación, permeados bajo un cambio de cultura empresarial de fondo. 

Esencialmente, este director de Operaciones debe transmitir conceptos que ayuden a generar este cambio de raíz, a fin de dar el salto cualitativo que está exigiendo el mundo de las empresas en la era de la pandemia. ¿Qué se hará, cómo y en dónde?

Lo primero son los objetivos y su vigencia. A diferencia de antes, este cambio cultural implica trazar objetivos cuya medición pueda ser más inmediata y tangible, a fin de poder ajustar o reestructurar, antes de que sea demasiado tarde. Sin embargo, los planes y expectativas periódicos seguirán sirviendo como un objetivo mayor: trimestral, semestral, anual.

Ahora, sí o sí, la operación con base en resultados deberá cobrar mayor relevancia en esta estrategia. El compliance, en este sentido, seguirá siendo fundamental. 

Apertura y flexibilidad

Además de cumplir con las disposiciones oficiales, el cambio de cultura empresarial ahora implica dinámicas de trabajo mucho más abiertas: horarios escalonados, días laborales en casa y en sitio, en fin, orientado en objetivos y resultados mucho más allá del reloj checador. 

Esto implica una menor importancia al dónde que al qué, es decir, determinar un objetivo y hacer todo lo posible para conseguirlo en tiempo y forma, sin que esto dependa del lugar en el que se encuentre el equipo de trabajo, con una mezcla funcional entre el sitio y las vías remotas. 

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La constante capacitación cobra mayor fuerza en esta realidad, pues tanto el mundo como las exigencias del mercado van cambiando aceleradamente. Estar al tanto de esto será crucial para lograr esta transformación. 

Por último, el derecho y respeto a la desconexión han de ser temas esenciales en la nueva estrategia de Juan Pablo, pues sabe que hay horarios, objetivos y premisas por cumplir, y un plan de acuerdo a las nuevas necesidades del mundo permitirá lograrlo sin exceder ni interferir en la vida personal de los colaboradores. 

Gustavo Arizpe, director general de Área Estratégica, considera que la tecnología y su uso adecuado permitirá lograr los nuevos objetivos bajo la premisa de un cambio de cultura empresarial.