En medio de la tensión geopolítica entre Rusia y Estados Unidos por Ucrania, así como un desbalance entre la oferta y demanda de combustibles a nivel global, generado por los efectos de la pandemia COVID-19 y sus variantes en las actividades productivas de los países y en la movilidad de las personas, se prevé que los transportistas enfrenten otro año de precios elevados del diesel y gasolinas, en su caso.

La semana pasada, el precio promedio del diesel fue de 22.23 pesos por litro; el de la gasolina regular –a la cual, esta semana, el Gobierno decidió no cobrar IEPS– de 21.02 pesos; y de 23 pesos por litro para la gasolina igual o mayor a 91 octanos, refieren datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

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La expectativa es que el precio del West Texas Intermediate (WTI) llegue a los 100 dólares por barril y se espera que, de seguir la tendencia al alza, el Gobierno federal incremente el estímulo fiscal para el diesel al 100%, como pasó ya con la gasolina regular», expone para TyT Alejandro Montufar Helu, CEO de PETROIntelligence. 

Hacia adelante, expone la posibilidad de que el precio del diesel incremente entre 10 y 30 centavos por litro su precio promedio nacional, respecto a su precio actual, ya que dependerá de lo que haga el Gobierno federal en torno al Impuesto Especial sobre Producción y  Servicios (IEPS).

Consultado por separado, Ramsés Pech Razo, socio de Caraiva y Asociados-León & Pech Architects, estimó que el diesel podría tener un precio promedio máximo de 23 pesos por litro, en distintas estaciones de abasto del país, siempre y cuando la inflación general no supere el 4% para el cierre de año.  

El especialista prevé que el principal insumo del autotransporte tocará nuevos máximos durante este año, debido a que habrá mayores precios internacionales del barril de crudo, el cual estima por arriba de los 80 dólares por barril. 

Adicional a la oferta y demanda, menciona que su comportamiento también está influenciado por los costos logísticos, ya que entre más lejanos están los municipios de la terminal de almacenamiento, más costoso es el traslado de los petrolíferos. 

Dos potentes catalizadores para los precios del diesel y gasolinas

Inicia el año y nuevamente las miradas están puestas en la emergencia sanitaria, pues el rápido avance de ómicron, variante de SARS-CoV-2 surgida en noviembre pasado en el sur de África, genera nerviosismo a nivel global. Hasta la primera quincena de enero era una amenaza para la recuperación de la economía global. 

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que más de la mitad de la población de Europa y Asia estaría contagiada de ómicron en las primeras tres semanas de febrero, todavía con la variante delta en el radar. 

Todo este nerviosismo llegó al mercado petrolero, cuyos precios tuvieron importantes retrocesos en noviembre pasado; sin embargo, el mercado se estabilizó debido a que la demanda global se ha mostrado resiliente a la variante, la cual ha sido menos agresiva para la salud, y la oferta sigue siendo limitada.

Sin embargo, conforme pasaron los días, la disputa entre Rusia y Estados Unidos por Ucrania se convirtió en un foco rojo que mantiene los precios petroleros en máximos, como es el caso del West Texas Intermediate (WTI) que esta mañana tocó los 94.92 dólares por barril, máximo visto por última vez en septiembre de 2014.

El que haya alguna acción militar limitaría más la producción petrolera, ya que se impondrían sanciones en contra Rusia; esto frente a una demanda de energéticos sigue al alza, en línea con la recuperación de la economía.

De hecho, la OPEP previó que la recuperación de la demanda mundial de crudo podría superar sus previsiones de 4.2 millones de barriles diarios durante este año, debido a que continúa el repunte de la actividad económica global. 

Otra carta sobre la mesa son las negociaciones para reactivar el acuerdo nuclear de 2015 en Viena, lo cual podría llevar a Estados Unidos a levantar las sanciones impuestas sobre Irán y que derivaría en un aumento de su producción a 2 millones de barriles diarios en el corto plazo. 

Al respecto, Gabriela Siller, Directora de Banco BASE, prevé que la demanda mundial de petróleo igualará los niveles de la prepandemia hacia la primera mitad de 2022 o incluso antes, al depender de los efectos de la pandemia en las economías.  

La analista refiere que, no se puede descartar mayores presiones al alza para el precio del petróleo ante las tensiones geopolíticas entre Rusia y el Occidente. Bajo este contexto, el precio del WTI puede superar los 100 dólares por barril y dirigirse hacia los 130 dólares si se observa un conflicto militar.

Este escenario llevaría al Gobierno federal a incrementar aún más el estímulo fiscal aplicado a los combustibles o a no cobrar el IEPS, herramienta con la que cuenta para evitar un alza abrupta en los petrolíferos. 

Además de la demanda global de energéticos, otro de los factores que define el precio del diesel y las gasolinas es el tipo de cambio, el cual se prevé cotice en los 21.65 pesos por dólar para el cierre de 2022, según lo indicó la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, difundida en diciembre pasado por el Banco de México (Banxico).

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