Francisco Cervantes Díaz, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), asegura que para conseguir una recuperación económica sólida y sostenida, luego de que la pandemia llegó acompañada de la peor crisis económica vivida en casi 90 años, los Gobiernos y las empresas se deben enfocar en dos cosas: la educación y la infraestructura. 

La postpandemia nos deja una crisis económica severa y, ¿cómo vamos a enfrentar la recuperación económica, si México no logró pasar del 2.6% de crecimiento en los años de abundancia? Ahora, con esta crisis global, es tres veces más complicado recuperar punto por punto. ¿Qué tenemos que impulsar? La educación y la infraestructura”. 

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En entrevista para TyT, el líder de la Confederación que agrupa a 124 cámaras y asociaciones industriales, recomienda que las empresas deben apostarle a la capacitación de sus colaboradores, porque la pandemia viene acompañada de la digitalización, la cual “cobra empleos”. 

Debemos tener preparada a la gente, porque la competitividad laboral es uno de los atractivos de este país. No podemos olvidarnos de los trabajadores, si no los capacitamos, si no los educamos, va a ser más complicado lograr una recuperación económica”. 

De hecho, en su proyecto de Política Industrial, uno de los pilares propuestos por la Concamin es la educación.

En esta iniciativa, plantea formar una alianza público-privada para que, desde los niveles básicos, la enseñanza esté orientada a desarrollar las capacidades necesarias para enfrentar desafíos tecnológicos; así como una vinculación para que la industria garantice empleo a los jóvenes de alto rendimiento escolar y bajos ingresos. 

Cervantes Díaz agrega que, de forma paralela, en este 2021 se debe apostar más que nunca a la infraestructura, ya que su efecto multiplicador moviliza a una serie de industrias: la del acero, cemento, vidrio, madera y los servicios. De las 262 ramas productivas listadas en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la construcción impacta en 185. 

Creo que, a dos años de distancia, el Gobierno federal está entendiendo la importancia de la infraestructura en la economía, y muestra de ello, son los paquetes anunciados junto con la iniciativa privada”. 

Hasta la primera quincena de diciembre pasado, el sector empresarial y el Gobierno federal presentaron dos paquetes para reactivar la economía del país, con un total de 68 proyectos de infraestructura y una inversión de 525,976 millones de pesos, mayoritariamente privada, que representa 2.3% del Producto Interno Bruto (PIB). 

Los proyectos, con fecha de arranque en diciembre de 2019, al cierre de este año se se espera generarán hasta 400,000 empleos directos e indirectos, es decir, ni la mitad de los 920,000 puestos formales que, de acuerdo con estimados del Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), se perdieron en 2020 por efecto de la crisis económica causada por la pandemia. 

En este contexto, el Presidente de Concamin sostiene: “Nosotros quisiéramos tener 50 paquetes de infraestructura, y no vamos a parar, vendrán nuevos anuncios”. 

Por ello, añade que, en el sector energético, los empresarios deben enfocarse en proyectos de electricidad, gas natural e hidrocarburos, pues en el caso del petróleo, el Gobierno tiene ya un plan de nación. 

Al tercer trimestre del año pasado, el valor generado por la construcción acumuló una caída promedio anual de 25.1 por ciento; las obras de edificación, transportes y urbanización, las más importantes por su peso en la industria, descendieron a ritmos de 24.5% y 24.2 por ciento, respectivamente. 

Por sector contratante, el valor generado por el sector público cayó a un promedio anual de 27% y el privado se contrajo a un menor ritmo, de 24 por ciento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Empresas Constructo- ras (ENEC), elaborada por el Inegi. 

La palabra clave, desde la óptica de Concamin 

El líder de la Confederación que agrupa a 1.2 millones de unidades productivas en el país, advierte que para continuar con los planes de inversión e impulsar la recuperación de la economía, es preciso generar confianza, aspecto en que ya trabajan de la mano empresarios, el Ejecutivo federal y el Poder Legislativo. 

Lamenta que surjan propuestas que ahuyentan la inversión, como es el caso de la iniciativa de la Ley General de Aguas, la reforma contra el outsourcing y cambios a la Ley del Banco de México (Banxico), cuando lo que se tiene que hacer es “homologar”, formular propuestas como parte de un bloque económico para no perder competitividad 

El Presidente de Concamin sostiene que se debe actuar con congruencia, en especial cuando se tiene de frente a Asia, con uno de los tratados de libre comercio más grandes del mundo. Se refiere a la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), conformada por los 10 estados que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) y China, Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda. 

El 15 de noviembre pa- sado, los líderes de los 15 países firmaron el tratado más importante del planeta, el cual reúne a 30% de la población del mundo y a igual porcentaje del Producto Mundial Bruto. 

Así, con el RCEP, China se fortalece y forma un bloque económico “brutal” en Asia. Por ello, Cervantes Díaz manifiesta que la principal preocupación de este 2021 en el plano exterior no debe ser la llegada de Joe Biden al poder, sino imponer las agendas de los tres miembros del tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en una homologación. 

El líder del grupo de empresas que representa el 90% de las exportaciones realizadas por México, confía en que el país mantendrá su posición como el principal socio comercial de Estados Unidos, y en que seguirán llegando las inversiones originadas por la cadena de proveeduría, debido a que: “Somos un lugar fértil para las inversiones en proveeduría, y será muy difícil que eso cambie”. 

El presidente de la Concamin prevé que la economía del país crecerá a un ritmo de 3.5% anual este 2021, mientras que 2020 —además de haber dejado una profunda crisis— implicó retos y oportunidades en los que se debe priorizar una política industrial que eleve la competitividad laboral de México. 

En lo personal, dice que lo vivido el año pasado fue “como hacer un postdoctorado”, porque hubo un paro total de las actividades no esenciales, se tuvo que negociar con la misma industria que man- tuviera a sus trabajadores, a quienes se les tenía que seguir pagando sin trabajar. A esto se suman las presiones de los bancos a la industria, concluye.