Con el objetivo de ofrecer una nueva perspectiva para abordar la sustentabilidad en el transporte de carga, Eduardo Olivares Lechuga, Director de Proyectos Estratégicos en Tecnologías de Bajo en Carbono del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), presentó las recomendaciones del enfoque evitar-cambiar-mejorar para descarbonizar al sector.

Durante su participación en el Congreso Virtual de Flotas Verdes, explicó que este enfoque ha sido más común en el transporte de pasajeros; sin embargo, es necesario hacer una pausa y considerar sus beneficios para este segmento y ver de qué manera aplicarlo.

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Y es que el también conocido como ASIF (del inglés Avoid-Shift-Improve) se basa en tres acciones primordiales: evitar o reducir viajes; cambiar el modo de transporte que consume más energía y contamina, y mejorar la eficiencia de los vehículos y el combustible.

¿Cómo aplicar este modelo del transporte público urbano al segmento de carga? Eduardo Olivares, lo explica así:

Evitar: optimizando la logística de carga, favoreciendo el transporte de mayor capacidad en viajes largos y evitando viajes en vacío.

“Esto tiene que ver mucho con logística pero también con capacidad empresarial, que tenga diferentes tipos de vehículos y remolques, de manera que pueda flexibilizar su carga”, compartió en este evento organizado por Iniciativa Climática de México (ICM), GIZ México y la SEMARNAT.

El experto recomendó a las flotas una mejor administración de los recursos de la flota ayudará a evitar viajes con unidades de alta capacidad cuando no se requiera.

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Cambiar: utilizar modos ambientalmente más eficiente, como el barco o el ferrocarril; así como transitar hacia el uso de energías renovables en la fuerza motriz.

“En caso de algunas aplicaciones ligeras, transitar de diesel a gas natural o bien incursionar a vehículos híbridos como una primera etapa y a eléctricos a una segunda”, dijo.

Mejorar: se refiere a optimizar la tecnología de las flotas a través del renovado del parque vehicular, impulsando la tecnología de control de emisiones, introduciendo la electromovilidad, el uso de hidrógeno y biocombustibles.

Este punto es crítico, señaló, toda vez que la flota del transporte de carga promedia casi 20 años de antigüedad, de acuerdo con datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).

“Si tú compras una unidad nueva y la comparas con un vehículo de hace 20 años, sin duda hay ventajas tecnológicas contundentes y nos va a permitir reducir contaminantes”, expresó.

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Desde la trinchera de las autoridades, y como parte de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) que exige una reducción del 18% de emisiones para 2030, en México ya se aplican medidas como: el fortalecimiento de normativa a vehículos automotores, como el caso de la NOM-044; planeación urbana orientada a sistemas de transporte eficiente, donde aún queda por explorar cómo las centrales logísticas de reparto urbano pueden ayudar a reducir las emisiones en la última milla; fomento a programas como Transporte Limpio, orientado a incorporar mejores tecnologías y adoptar mejores prácticas operativas; así como el desarrollo e implementación de la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica, que beneficiaría sobre todo al transporte urbano, ofreciendo políticas públicas para la adopción de este tipo de tecnologías.

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