En medio de la crisis sanitaria por el brote de SARS-CoV-2, el transporte público en el país enfrenta un escenario adverso que compromete su sostenibilidad financiera, el servicio a los usuarios y la seguridad laboral de quienes participan en el sector. Y no solo durante la contingencia, sino a futuro. 

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WRI México, en su calidad de Secretaría Técnica de la Asociación Mexicana de Autoridades de Movilidad (AMAM), asegura que la pandemia golpeó al sector transporte, y a la movilidad en general, de manera importante. 

Sin embargo, no es que haya generado nuevos problemas, sino que exacerbó o evidenció las áreas de oportunidad que ya arrastraba.

De acuerdo con Angélica Vesga, Secretaria Técnica de la AMAM y Directora de Comunicación y Asuntos Públicos del Instituto de Recursos Mundiales (WRI México), la pandemia causó una caída de 60% en la demanda del servicio de transporte público, derivado de las restricciones en la movilidad para reducir los contagios de COVID-19.

Con ello, se produjeron ajustes en la operación, tanto en los sistemas integrados de transporte como en los que se brindan bajo el modelo hombre-camión. 

Estos cambios se centran en la reducción de la cobertura y rutas, así como de la frecuencia del tránsito de unidades, con el objetivo de recortar los costos de operación.

Lo anterior repercute en la calidad del servicio, e impacta principalmente en las zonas periféricas de las ciudades, que regularmente son las de menores ingresos. Además, limita el acceso a los sistemas de movilidad, considerado un derecho ciudadano. 

Aunado a esto, el brote del nuevo coronavirus trajo consigo la necesidad de invertir en protocolos y procesos de sanitización, gasto que han asumido los Gobiernos o los propios empresarios del transporte.

La necesidad de generar la sana distancia en las unidades e implementar protocolos con operadores y el personal que presta servicio en este sector, requiere una nueva logística entre los colaboradores y los recursos.

“La cifra no es menor cuando la ponemos en una perspectiva de la cantidad de meses que ya llevamos, más los meses que vienen de crisis sanitaria”, manifiesta Angélica Vesga, en entrevista para TyT.

Pesa el modelo hombre-camión

De los estados que integran la AMAM, el 77% de las autoridades considera que el transporte público es esencial para la reactivación económica; no obstante, esta visión no la comparten las autoridades federales, señala Vesga.

De acuerdo con la AMAM, las entidades están absorbiendo golpes importantes debido al SARS-CoV-2, tanto en sus sistemas formales de transporte público como en los informales, y sin un respaldo de sus contrapartes federales.

Si se considera que el 87% del transporte público colectivo en los estados sigue operando bajo el modelo hombre-camión, se puede calcular que el impacto financiero es nacional.

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“Los estados que ya tenían sistemas integrados, que cuentan con modelos más claros de financiamiento, han podido absorber mejor o han aplicado estrategias para hacer frente a la crisis financiera, pero no quiere decir que no estén en números rojos”, detalla la experta en temas de movilidad.

La AMAM considera que es urgente que el sector transite hacia una configuración empresarial e impulse modelos de transporte bajo demanda.

“La pandemia nos refuerza la necesidad de pasar del modelo hombre-camión a modelos mucho más organizados que permitan mejorar la operación y financiamiento”, expresa. 

La especialista propone trabajar con el sector privado para entender cómo se pueden entregar mejores soluciones a los trabajadores de la industria, a los sectores que no pararon en este proceso de reactivación económica, y cómo generar nuevas condiciones de transporte público para ellos.