No cualquiera sabe manejar tráiler. Mucho menos uno que carga hasta 200 toneladas. Si bien la capacitación y el entrenamiento para manipular una caja de velocidades y conocer el marco normativo son fundamentales, lo que te enseña el camino solo se da así, andando.

Así que para conocer las implicaciones, exigencias y retos de conducir un tractocamión que transporta carga sobredimensionada, platicamos con un operador que recorre la 57, incluso, a 10 kilómetros por hora. De hecho un viaje de costa a costa lo hizo en cuatro meses y medio.

“Sí es bien exigente este trabajo, pero yo creo que lo que más se requiere es paciencia. Muchos piensan que se trailero es andar de arriba p’abajo sin parar. Y sí, pero luego no se imaginan que en una semana uno puede avanzar apenas unos 20 ó 30 kilómetros”, relata.

Y como pasa con los carros, dice, hay que estar bien consciente de las dimensiones. La diferencia entre un coche y una camioneta es sustancial y a veces un conductor no alcanza a calcular la distancia. Lo mismo pasa mientras el vehículo es más grande. Con la carga, ahí está el reto.

“Incluso en las casetas. Una vez un compañero creyó que sí pasaba y hasta el cobrador le dijo que sí, pero se llevó parte del muro lateral. Hay que conocer bien lo que traemos y algo fundamental es saber cuántos son 10 metros de altura o nueve de ancho”.

La comunicación y coordinación con las unidades piloto también es esencial, pues de acuerdo con este operador, para eso van, no solo para prevenir a otros usuarios de las carreteras, sino para dimensionar los trayectos y gestionar los requerimientos para el paso de la carga.

La gestión de rutas es el punto medular desde el punto de vista logístico, ya que avanzar tres kilómetros depende de muchos factores. En caso de necesitar quitar un puente o una señal de tránsito, hay que pedir permisos, llamar a la línea de teléfonos, de luz o cualquier cable, poste o infraestructura que se interponga.

“En esos casos hay que esperar a que todos puedan el mismo día y a la misma hora. Por eso una vez nos aventamos cuatro meses y medio en cruzar el país de este a oeste. Lo bueno es que la empresa para la que trabajamos está consciente de todo eso y nunca tenemos problemas por viáticos o tiempos. Es un trabajo difícil, pero muy padre. Se siente emoción cuando la gente se para a tomarle fotos al portable. Y te preguntan y te dicen que debe ser emocionante. Y sí”.