Rogelio Pérez es originario de Veracruz, donde estudió Administración de Negocios Internacionales, y muy rápido se empleó para Cemex, en el área de Logística, donde aprendió mucho y ascendió muy rápido mientras se iba empapando de lo que muchos años después lo llevaría a fundar su propia empresa de transporte: Nexos de Puebla.

Durante cinco años aprendió mucho de logística, transporte y distribución, al grado de que tuvo tres ascensos para después partir hacia nuevos retos en el mismo ramo. Incursionó unos meses en otra empresa y después en otra especializada en el traslado de materiales químicos. 

Ahí ya tenía a su cargo toda una flota dedicada a la industria petrolera. Ahí conoció a operadores, generadores de carga y también las rutas dentro y fuera de carretera, lo que le permitió tener mayor sensibilidad sobre los quehaceres del transporte en el volante, en la oficina y también en el taller mecánico, pues él era responsable de toda la gestión. 

De hecho en ese entonces, recordó que cuando trabajaba en Cemex pensó que nunca se dedicaría al transporte, pues se trata de una actividad muy exigente, sobre todo cuando uno va iniciando, pero al menos ahora lo hacía como empleado y lo comprobó. 

“El transportista y el operador son personas muy golpeadas, muy vulnerables en toda la cadena logística. En muchas ocasiones son ellos los que pagan los platos rotos y siempre les echan la culpa, ya sea porque no llegó a tiempo o porque no hubo abasto de cualquier cosa, la más fácil es culpar al transporte”, señaló. 

Ya para el año 2016 se fue a Puebl a dirigir una empresa de transporte refrigerado que estaba iniciando: uno de los dueños se dedicaba al empaque de tomate y el otro a la distribución de proteína, de tal suerte que vieron bien incursionar en el transporte y lo contrataron. 

En esa posición le tocó establecer procesos, homologar estándares y gestionar desde las políticas de operación hasta los lineamientos para conseguir certificaciones como CTPAT.

Pero esta aventura duró muy poco, ya que al tener malas experiencias y una serie de desacuerdos, los dueños decidieron liquidar la empresa y disolver su sociedad, pero Rogelio se llevó de ahí la experiencia, el conocimiento y más contactos que le ensancharon el bagaje.

De ahí se empleó para una empresa de transporte queretana, para hacerse cargo de la terminal en Puebla y desarrollar el sureste. Le fue muy bien en cinco años logró crecer hasta 500% la operación en esa región. Fue en ese momento cuando le “picó el mosquito” de hacer algo por su cuenta. 

Sabía que necesitaba una fuerte inversión para comprar camiones, así que lo dejó pasar, pero al terminar esa experiencia laboral emprendió como un operador logístico, para aprovechar la red de contactos que ya tenía, pero todavía sin la idea de algo grande. Era para empezar. 

En ese momento se asoció con una empresaria poblana que tenía camiones, pero no estaban en óptimas condiciones, así que les costó trabajo conseguir buenos fletes, aunque distintos conocidos sí le dieron carga para que se fuera fortaleciendo en un inicio. 

Entre el mal estado de las unidades y la falta de compromiso de algunos operadores, seguido quedaban mal con los fletes, razón por la que también decidieron disolver la sociedad. 

Y siguió como operador logístico, dándole carga a los transportistas y consiguiéndoles transporte a los generadores de carga. Las relaciones que había establecido fueron la base para que ese negocio siguiera caminando, aunque todavía no dependía al 100% de estos ingresos. 

Hasta que un día lo despertó una idea: debía aprovechar al máximo todos los nexos que había establecido durante su carrera profesional: muchos empresarios, muchos transportistas, muchos operadores, muchos operadores logísticos, abogados, contadores, mecánicos, notarios, actuarios, en fin, toda la red que hoy tenía en buenos términos. 

De hecho de ahí surgió el nombre de la empresa: Nexos de Puebla, pues se trata de eso: se dio cuenta de que tenía todo, menos los camiones. Y no dejó de tocar puertas para conseguir un primer financiamiento, tarea que no fue sencilla, pues no tenía experiencia y hasta que lo logró. 

Tuvo que explicar que con su empresa de logística prácticamente todo era utilidad y que por eso podía pagar un camión nuevo. Y el crédito le salió muy caro, pero era la única forma. 

También sabía que los camiones Scania estaban tomando mucha fuerza en el país, además de romper paradigmas por ser chatos, así que fue con la armadora y compró su primer camión.

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Y lo demás se dio con mucho trabajo y con altibajos, pero siempre con la convicción de que justo las relaciones establecidas habían tejido este camino que hoy se recorre en camión.