En la familia de Érika Sánchez, su papá, sus hermanos, tíos y primos, muchos de ellos son operadores de autotransporte, de tal manera que para ella, desde que recuerda, gracias al trabajo de su padre pudo tener acceso a la educación, alimentación y un techo digno. Como suele decirse en estos casos, y ella lo dice: por su sangre no corre sangre, sino diésel. 

Entre esos primeros recuerdos, ella se ve en el estribo del camión de su padre oliendo el combustible quemado. Por más que la ahuyentara porque le iba a hacer daño, ella no hacía caso y se quedaba ahí paradita hasta que el carro arrancara. 

Pasó el tiempo y, cuando tuvo que elegir una carrera universitaria, se decantó por la psicología. Le gustaba hablar y escuchar a las personas, poner atención en los detalles y, quizá, dar un consejo, una opinión o simplemente compartir sus puntos de vista. 

En esa época le dijo a su papá que quería ser conductora, como él, así que le pidió que le enseñara a manejar y, aunque él aceptó, mejor la capacitó para operar una grúa de carga de 20 toneladas. Ella fue feliz mientras duró esa etapa; sin embargo, siguió estudiando y tras la licenciatura cursó una maestría. 

Ahora sí, ya egresada de la vida académica, Érika Sánchez entró a trabajar en el Reclusorio Norte, entrevistando a los presos de nuevo ingreso para elaborar sus expedientes. La sensibilidad, el tacto y la experiencia durante más de dos años le permitieron ser consciente de que hablaba con personas, aunque el gran reto siempre fue no rebasar los límites entre lo personal y lo profesional. 

“Me gustaba entrevistarlos, entenderlos, imaginar sus vidas antes de lo que había sucedido y ellos, al mismo tiempo, se abrían, confiaban en mí y me contaban sus experiencias”, recuerda Érika. 

Después llegó a una empresa de autotransporte, en el área de Recursos Humanos, en donde entrevistó a más de 10,000 conductores que aplicaban para trabajar ahí. Un mar de conocimiento, destreza y pericia para aprender su mismo idioma le dieron las herramientas necesarias para avanzar y llegar a Recurso Confiable, su actual empleo. 

Ahora ella es Gerente Comercial y de Investigación de la empresa, y es donde ha pulido esta habilidad para ganarse la confianza de los operadores, al grado de que ella sabe que en sus vidas personales están las respuestas para solventar cualquier necesidad en lo laboral. 

“Es por eso que ser mujer en esta trinchera ha sido un valor agregado, porque he sabido cómo relacionarme con ellos, ganarme su confianza y su respeto, al grado de que en lo profesional he tenido más logros que tropiezos”, comparte Érika Sánchez.

Eso sí, uno de los principales retos que ha tenido, al igual que muchas mujeres mexicanas trabajadoras, es encontrar el equilibrio entre su trabajo y su hija, ya que no siempre es posible dedicarse de lleno a los dos ámbitos; sin embargo, valora la filosofía de Recurso Confiable, que le ha permitido la coexistencia de ambos mundos, sin mayores contratiempos. 

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Es por eso que, para concluir, la especialista reconoce los grandes avances del autotransporte en materia de equidad de género, pues la presencia de mujeres cada vez es mayor y con grandes proyecciones hacia el futuro, aunque lo imprescindible, asegura, es permanecer actualizado y en constante capacitación.