Alberto Leal Tagle falleció en un accidente cuando conducía una moto en el último día del año 2005. Su viuda, doña Silvia, se hizo cargo no solo de sus dos hijas y su hijo menor, sino del naciente negocio que habían emprendido: Sierra Mojada Turismo.

Esta historia comenzó años antes, en la década de los 90, cuando Alberto Leal tenía la concesión de una ruta de transporte público en Coahuila. Eran comunidades rurales y los caminos se hacían como el poema de Antonio Machado: al andar. 

Terracerías, señales improvisadas y la referencia del sol eran las principales herramientas para llegar a aquellos destinos. Este pequeño empresario tenía cuatro vehículos en los que repartía el trabajo con tres conductores y él manejaba el otro. 

Era un pequeño sueño, pero crecía con cada kilómetro recorrido. Llegó un punto en el que ya empleaba a dos personas en la administración y también a su propio mecánico. 

Ya con el nuevo milenio a la vuelta de la esquina, tuvo una disyuntiva: continuar con el transporte público o probar en el transporte turístico. En la primera opción cada vez había más competencia, mientras que en la segunda, aún era un nicho por explorar en todo el estado.

Fue así como empezó operaciones Sierra Mojada Turismo. De los autobuses que tenía, puso uno de éstos al servicio de turistas. Armó una ruta y empezó a conseguir clientes. De hecho tomó el nombre de una de las regiones más visitadas allá por 1998: Sierra Mojada.

El tiempo le dio la razón, pues muy rápido los visitantes de Coahuila contrataron tanto sus servicios que al año siguiente compró otro autobús y luego uno más. Alternaba el negocio en ambos giros, pero con claras proyecciones hacia el transporte turístico. 

Ya iniciado el siglo XXI, el fundador de Sierra Mojada Turismo se había decantado y puso todos sus vehículos al servicio de turistas. Él siguió manejando un autobús y su esposa se encargaba de sus hijas y de la administración. 

Fue el año nuevo de 2005 cuando manejaba su cuatrimoto y un accidente fatal lo sorprendió. Perdió la vida y dejó viuda a su esposa y huérfanas a sus hijas. No solo eso, a pesar de que el negocio estaba pujante, recién había adquirido un autobús nuevo que representaba una deuda a largo plazo.

Ellas, con conocimiento del negocio, pero no de toda la operación, tomaron las riendas, pero principalmente doña Silvia y su hija mayor, pues la menor todavía estaba estudiando, aunque le entró a la talacha lo más que pudo. 

Clientes, proveedores, amigos y colegas, entre todos se dividían las opiniones. Que mejor vendieran la empresa, que entre puras mujeres no iban a poder, que si lo intentaba al rato perderían todo… en fin, más opiniones que propuestas. 

Pero la decisión estaba tomada. Doña Silvia y sus hijas continuarían el legado del fundador de Sierra Mojada Turismo. La empresa ya tenía su reputación y el objetivo no solo era mantenerla, sino crecerla y posicionarla como un referente en el transporte turístico de todo Coahuila.

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Sin duda no fue fácil, pero la clave fue recordar la filosofía de Alerto Leal: la calidad no solo está en los autobuses, sino en el trato que se le da al pasajero. La idea estaba metida hasta el tuétano, de tal manera que supieron que así lo lograrían. 

Cada cliente existente y todos los nuevos comprobaron que con Sierra Mojada Turismo no solo tenían un viaje placentero y seguro, sino la experiencia completa de un proveedor de transporte que se preocupa no solo por el viaje, sino por todo lo que implica llevar personas de un lado a otro. 

La confianza de los turistas, colegios, empresas y particulares que han contratado sus servicios fue la clave para que siempre pudieran renovar su flota y mantener la calidad en los rubros. 

Hasta que llegó la pandemia del Covid-19, que no solo los puso en jaque sino que en varios momentos las puso a prueba. Vender algún vehículo, despedir personal o tirar la toalla.

La hija menor del fundador recuerda que justo a dos años de cumplirse la pandemia, la situación era insostenible. Estaba a punto de anunciar la venta de uno de sus autobuses, cuando empezaron a sonar los teléfonos. Los clientes estaban de vuelta y la proyección parecía ser lo más positiva posible.

Detuvo el anuncio y redoblaron esfuerzos. Hoy, en agosto de 2022, su operación está incluso por encima de los niveles de antes de la pandemia. Y cuando la hija menor de don Alberto cuenta esta historia, sonríe porque piensa que su padre estaría orgulloso de que su sueño, Sierra Mojada Turismo, haya sobrevivido, también, a este duro golpe.

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