En 2016, Alberto Luna invirtió sus ahorros para comprar una camioneta de carga. Conocía la operación dando servicio a agencias aduanales y por eso emprendió para independizarse y crear su propia empresa: Logística y Transporte Moon. 

A pesar de la buena referencia a la luna, el nombre de la empresa se debe a su apellido, que a fin de cuentas es lo mismo. De momento tenía algunos contratos y trabajo no le faltaba. Estaba listo.

En una de esas operaciones conoció a Alejandra Rojano, una joven casi recién egresada de Negocios Internacionales por el IPN y que trabajaba para una agencia aduanal. Ella era la responsable, entre otras cosas, de gestionar los fletes con los distintos proveedores de transporte. 

Y así fue como empezaron a trabajar una buena relación de negocios. Mientras ella seguía aprendiendo y empapándose de la operación logística, Alberto Luna hacía lo propio con Transporte Moon, pues de a poco fue creciendo su flota.

Luego de iniciar en el área de certificaciones, a Alejandra la colocaron en la parte de transporte y fue ahí donde descubrió qué tan grande es este sector, pues el trabajo no paraba. 

Luego de nueve años en esa agencia, ella consiguió la Gerencia de Operaciones, pero hubo cambios administrativos que le pusieron un sinfín de obstáculos: desde el hecho de ser mujer hasta no estar de acuerdo con su jefe directo, hijo de uno de los socios. 

El clima laboral se volvió insufrible y ella entendió que no le quedaba mucho tiempo en ese lugar. Le pidieron firmar su renuncia y, con tal de no pelear, llegaron a un acuerdo y la relación laboral se terminó. 

Mientras ella consideraba opciones para su futuro, aprovechando el conocimiento, la experiencia y su red de contactos, Alberto Luna la invitó a trabajar con él, pero no como empleada, sino como socia. Le ofreció un panorama que lucía inmejorable: él la parte operativa y ella la comercial.

No lo pensó mucho y asumió que esa “renuncia” sería una gran oportunidad, de tal manera que así se asoció a Logística y Transporte Luna. Y en menos de un año, la empresa ha crecido sus operaciones, su facturación y próximamente su flota, ya que además de ser una empresa de transporte, también es un operador logístico. 

Esto quiere decir que Transport Luna resuelve, y aunque todavía no tiene la flota para todos los segmentos, sí tiene la capacidad par tercerizar estos servicios y dar soluciones a sus clientes. 

En entrevista para TyT, Alejandra Rojano adelantó que ya están viendo opciones para crecer y diversificar su flota, pues desde su llegada a Transporte Luna, tanto su socio como ella han hecho una gran mancuerna para pasar a un siguiente nivel y escribir nuevos y mejores capítulos en esta historia. 

Sobre el panorama actual y las expectativas para 2024, la entrevistada señala que hay mucho por hacer, tanto en la profesionalización del sector, como en el tema de inclusión de género, ya que no ha sido fácil ser mujer en una industria “de hombres”. 

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Pero al menos en Transporte Luna las cosas funcionan bien y esperan que cada vez sea mejor, además de otros temas y retos aún más urgentes, como la inseguridad, la infraestructura y también la falta de operadores. 

Pero, aclara, todo esto se puede solventar trabajando y comprometiéndose con la empresa, con los clientes y, por supuesto, con el país.