Junto con su socio y hermano, Ulises está proyectando el próximo año. Juntos crearon una empresa de transporte y durante casi diez años han registrado crecimientos considerables, aunque no previsibles. Saben que hay fórmulas y procesos que pueden ayudarles a consolidar este proyecto y sentar las bases para un futuro sostenible en el tiempo y no ser una más de las empresas familiares.

Están en una oficina con mucha luz. El café hirviendo humea las tazas brandeadas con el logotipo de la empresa. Saben que será una larga jornada, ya que el asesor que habrá de guiarlos en las proyecciones les dijo que debían darse el espacio y la oportunidad para ensanchar sus horizontes. Preparados están. 

Antes de entrar a la oficina se entretuvieron mirando la fotografía de su madre que yace en la sala de espera. Recordaban, no sin nostalgia, cómo fue que inició todo. Sí con ideas y cierto orden, pero no la conciencia de que llegarían tan rápido a donde están hoy. En ocho años pasaron de tener una camioneta a contar con un parque vehicular superior a las 50 unidades. 

Ulises recordó una clase de la universidad en la que hablaban de empresas familiares, de las características, los retos y, sobre todo, los grandes errores que suelen cometerse en el mediano y largo plazo que terminan por condenarlas al fracaso. 

En efecto, esta empresa es de dos hermanos y decidieron, desde un principio, asociar a su madre, pues su agradecimiento con ella es invaluable y esto fue un gesto para retribuir algo de lo mucho que les dio. 

Uno sería el director general y el otro sería el director de operaciones. Uno en la parte administrativa y el otro en la flota, en el taller y en la logística. Muy rápido empezaron a contratar personal para atender los distintos departamentos y el crecimiento fue más bien orgánico. 

Ambos son padres y aunque sus hijos todavía son pequeños, también están conscientes de que esta empresa será su legado, y esperan que lo mismo pase con sus nietos y bisnietos y los que le seguirán. 

Antes de enfrentarse a una crisis o, peor aún, a problemas familiares derivados por el trabajo, decidieron que era el momento exacto para profesionalizar la empresa, así que contrataron asesoría para mudarse hacia un gobierno corporativo. 

“Es la mejor manera para blindar nuestra sociedad desde hoy y hacia el futuro. Si seguimos siendo las dos únicas voces, llegará un momento en que nos estanquemos, de tal manera que mejor sembramos bien, para cosechar mejor”, afirma. 

Ya tienen un director general y desde el día uno, supieron que habían tomado la mejor decisión, ya que ambos, socios y hermanos, siguen haciendo su trabajo, y de hecho siguen más concentrados en eso, pues ya no es tarea suya dirigir el negocio, sino alimentarlo, fortalecerlo y consolidarlo. Así es el futuro de las empresas familiares.

Al menos en esta empresa, la proyección inicial contempla una reestructura de cinco años, en los que seguirán afinando los grandes temas y también las particularidades, ya que, además, viven el auge de la recuperación y saben que seguirá habiendo oportunidades para los que estén listos. 

En este lustro, por ejemplo, estiman un crecimiento sostenido superior al 20 por cada año, de tal manera que al final puedan duplicar su operación. Y por si fuera poco, junto con los nuevos asesores, también están proyectando diversificar sus operaciones, pues tienen el conocimiento y la infraestructura. 

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Ahora sólo hace falta un plan estratégico que marque el camino que habrán de seguir y el rumbo que los lleve a una nueva era en la empresa. Y de momento, ellos seguirán, al igual que nosotros, Al Lado Del Camino.