Las grandes compañías en su mayoría comenzaron como una idea de una persona o un reducido número de personas que trabajaron en su creación y puesta en marcha, y a diferencia de aquellos negocios que no han podido dar el siguiente paso o desaparecieron, su desarrollo fue acompañado del crecimiento de sus fundadores y una mayor cantidad de personas que se sumaron al proyecto.

Sin embargo, es el propio crecimiento de de la persona a cargo la que puede llevar a la empresa al siguiente nivel, y para ello es necesario comprender que su rol es primordialmente el de ser el engranaje que una y ponga a trabajar a todas las piezas, mas no el de ese tornillo indispensable que hace girar la rueda.

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En ese sentido, Agustín Bravo, fundador y director de Enfoque Visionario, señala que es común identificar en la conformación de las empresas los perfiles de «emprendedor» y de «empresario», pero detalla que si bien estos términos pueden utilizarse para describir una etapa de la persona creadora del proyecto, o en algunos casos como contracaras de una misma moneda; la diferencia radica principalmente en que ese individuo tenga consciencia sobre su rol en el negocio que esta formando o consolidando.

«En inglés el término ‘entrepreneur’ se utiliza tanto para empresarios con mucha experiencia o quienes van comenzando; mientras que en español parece haber una diferencia importante entre los términos emprendedor y empresario. Normalmente no se utiliza el término emprendedor para la persona que ya tiene su empresa bien establecida y un equipo de trabajo, da la impresión de que es alguien con más experiencia y una posición más sólida en los negocios».

El especialista en el desarrollo de negocios explica que generalmente el emprendedor es visto como aquella persona que se convierte en el «combustible» principal de su empresa, le dedica 12, 14 o más horas de su día, y se vuelve «indispensable» para su funcionamiento; es decir, si no está la operación es inexistente o colapsa.

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Mientras que, agrega, el empresario es aquella persona que tiene una estructura de la empresa que no lo esclaviza, que no depende de que estén ahí el 100% del tiempo y para ello se acompaña de un grupo de personas a las cuales delegar tareas y poder concentrarse en aquello que permitirá escalar el negocio, una estrategia de expansión, o simplemente en como hacerlo más rentable, entre otros puntos clave.

«Lo que pasa con un emprendedor es que el combustible de su empresa implica el 100% de su tiempo y de su energía, y para un empresario no, esa ecuación implica el tiempo y la energía de sus empleados, que es multiplicado, se pueden crear más empleos, multiplicar la energía y el tiempo que la empresa obtiene de otras personas. Esa es la diferencia fundamental», destaca Agustín Bravo.

El experto hace una precisión más sobre estos términos: su diferencia no depende del tamaño de la compañía, los empleos que genera o su facturación; más bien, agrega, se trata de un estilo de vida, si la persona decide ser el emprendedor que trabaja 24/7 manteniendo a flote su empresa o el empresario que busca hacerla crecer sin esclavizarse.

«Hay emprendedores que tienen empresas con 25 o 50 empleados, que sus nóminas son de millones, pero que no pueden poner un pie fuera de la empresa porque todo empieza a desajustarse. Y más que identificarse como uno u otro, lo fundamental es que desde que operemos en pequeño pensemos en grande, de tal manera que las acciones vayan alineadas con los objetivos que tenemos. Si el emprendedor no se pone a pensar en grande va a trabajar para que su negocio sobreviva, en lugar de que crezca».

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En ese sentido, subraya que el emprendedor y el empresario van de la mano, pues si bien hay etapas en las que hay que hacer un poco de todo porque la empresa aún no tiene la viabilidad financiera para rodearse de un equipo base, también es necesario tener después un equipo al cual delegar y apoyarse para poder concentrarse en administrar y dirigir la empresa, así como trabajar en aquello que la hará crecer.

«La cuestión es esta: el emprendedor opera y al operar no hay nadie que esté haciendo el plan estratégico para hacer crecer la empresa. Si yo estoy operando mi empresa, ¿quién está pensando en cómo crecer? No hay nadie. Entonces tengo que hacer espacio y trabajar en mi propia productividad para poder liberarme de tiempo y tener ese tiempo para pensar en la estrategia de crecimiento sin que eso afecte la operación actual de la empresa», apunta.

¿Qué tipo de empresario eres?

El experto cataloga a los empresarios en tres tipos de acuerdo con su forma de pensamiento:

  • Soñador: es el que siempre está pensando lo que va a hacer en su futuro y está pensando en qué va a tener una empresa enorme. «Está fantaseando, pero el problema es que no se pone a trabajar, no se pone a hacer realidad esa fantasía. Tenemos muchas personas que no crecen su empresa porque están pasando poco a la acción».
  • Hormiga: es el polo opuesto al soñador, el que siempre está trabajando, el que siempre está ejecutando, «el que hace un montón de cosas pero no está haciendo una estrategia».
  • Guerrero: Es una combinación de ambos, es el que tiene un plan, que tiene ambición de crecer, pero que se pone a ejecutar el plan y tiene una estrategia bien definida para hacerlo.

«¿Por qué le pusimos el empresario guerrero? Porque el símbolo para mí es como un guerrero espartano. Los guerreros espartanos vivían para tener calidad de vida pero eran muy estratégicos a la hora de entrar a batalla para tener una ventaja competitiva y ganar con un esfuerzo mucho menor que el ejército que estaban enfrentando», detalla.

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El especialista detalla que en la vida empresarial si bien las personas necesitan mucha fuerza física para soportar el esfuerzo físico que esta actividad demanda, es especialmente necesaria la fuerza emocional para tomar decisiones, ser creativo, generar y ejecutar una estrategia, ser innovador y, sobre todo, buscar y trabajar en la ventaja competitiva que le permita crecer la empresa.

«Son aspectos de madurez e inteligencia emocional los que le impiden al empresario soñador o al empresario hormiga convertirse en un guerrero y es cuando trabajamos en esa madurez emocional cuando tomamos mejores decisiones sin miedo, con seguridad, con asertividad, cuando podemos liderar a nuestro equipo de trabajo».

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