En un mundo afectado por la pandemia y la guerra, la regionalización de las cadenas de producción o de proveeduría, incluso entre países amigos, se presenta una nueva necesidad y, a dos años de su entrada en vigor, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es una base que luce sólida para fortalecer a Norteamérica. 

El T-MEC entró en vigor el 1º de julio de 2020, como la dosis de certidumbre necesaria para ayudar en el proceso de recuperación de los tres socios comerciales, especialmente de México, luego de la fuerte parálisis en la industria y el comercio provocada por el COVID-19. 

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Al respecto, José Abugaber Andonie, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), evaluó que, si no hubiera entrado en vigor el T-MEC, México estaría en una situación económica más complicada: “Realmente el Tratado es un detonador muy importante en nuestro país, porque en cuanto se reactivó todo, el bloque dijo: México, te necesito”. 

Tras el golpe más fuerte de la pandemia vivido en el segundo trimestre de 2020, la manufactura y las exportaciones de México se convirtieron en el principal motor que reactivó la economía, en gran parte impulsada por la demanda estadounidense, y con un tratado comercial renovado sobre la mesa. 

El T-MEC y la regionalización entre amigos

Gabriel Casillas Olvera, Economista en Jefe para América Latina de Barclays, coincidió en que el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país habría tenido una mayor caída si el T-MEC no hubiera arrancado en 2020, y añadió que la Inversión Extranjera Directa (IED) del año pasado es un reflejo de la certidumbre que inyectó a las empresas. 

En 2021, México registró 31,658 millones de dólares en IED, de los cuales, casi el 55% estuvo a cargo de Estados Unidos y Canadá, refieren datos de la Secretaría de Economía (SE). Al cierre del año pasado, el país se mantenía 7.8% por debajo de la inversión reportada en 2019, cuando la pandemia aún no llegaba a la región. 

La recuperación de la IED viene de la mano de la necesidad de las empresas que abastecen la región T-MEC de acercarse a los centros de producción, a través del reshoring: a cargo de las empresas de Norteamérica que enviaron sus activos a países asiáticos con la finalidad de reducir costos de producción, y ahora los están regresando a su origen. 

El otro fenómeno es el nearshoring; en este caso, compañías de otras regiones buscan más que nunca acercarse a los centros de producción, a sus clientes. Sí, también es una de las necesidades apremiantes acarreadas por la emergencia sanitaria y por el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania. 

Casillas Olvera sostuvo: “México no podría beneficiarse del nearshoring si no fuera porque ya tenemos completo y negociado el T-MEC”. Añadió que ahora no solo se busca cercanía, sino friendshoring –que la proveeduría se ubique en un país amigo– para no tener problemas como los que actualmente enfrentan Rusia y la Unión Europa.

Consultado por TyT, Jorge Casares, Director General de Alianza Trayecto, expuso que la relocalización de la manufactura es uno de los factores que aumentará la demanda de autotransporte de carga, para lo cual los transportistas ya se preparan. 

“Al ser más complicado el traslado de sus insumos y de sus componentes desde Asia a América del Norte, entonces las empresas van a instalar muchas plantas en Nuevo León; eso también supone un factor de mayor demanda de nuestros servicios”, añadió. 

Un brazo fuerte

El año pasado, el valor del comercio entre México y Estados Unidos fue de 661,164 millones de dólares, cifra superior en 22.9% a la de 2020, cuando la emergencia sanitaria generó una fuerte caída de 12.4% anual, señalan datos de la Oficina del Censo. 

En medio de disrupciones en la cadena de proveeduría, como lo es el desabasto global de semiconductores para la industria automotriz, los lazos entre el bloque del T-MEC se han fortalecido. A abril pasado, Canadá y México se mantenían como los principales socios comerciales de Estados Unidos, acortando la brecha con China. 

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Entre enero y abril, el valor del comercio entre Canadá y Estados Unidos fue de 254,911 millones de dólares, con un crecimiento anual de 25.3 por ciento; seguido por México, con un valor de 248,359 millones de dólares y un alza anual de 19 por ciento. 

Las cifras colocan a México como el principal proveedor de vehículos y bienes agrícolas de Estados Unidos, así como su segundo mayor abastecedor de maquinaria y electrónicos, campos en que nuestro país gana terreno. 

La recuperación y consolidación de la demanda de bienes internacionales entre los socios del T-MEC, también es una señal positiva para el autotransporte de carga, el cual movilizó el 68.6% del total del valor del comercio existente entre México y Estados Unidos, en los primeros cuatro meses de 2022.

El T-MEC aún guarda potencial

El T-MEC mantiene un balance positivo; sin embargo, el Presidente de la Concamin consideró que, a pesar de que México envía 80% de sus exportaciones hacia Estados Unidos, aún falta aprovechar más el tratado, ya que China exporta a 11 estados, Canadá a 20, y México, a seis estados de ese país. 

Por ello, miembros de la Confederación mantendrán una serie de reuniones con su contraparte estadounidense, en Washington, con la finalidad de detectar las áreas de oportunidad que deriven en un mayor comercio entre ambos socios. 

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Por separado, el Economista en Jefe para América Latina de Barclays, consideró que México vive una mejora gradual en la inversión debido a que hay una mayor certidumbre, e identificó la responsabilidad fiscal del Gobierno federal, el moderado incremento de la deuda pública, así como la autonomía y responsabilidad del Banco de México (Banxico) como aspectos bien evaluados por el sector privado. 

Sin embargo, la reforma energética del presidente Andrés Manuel López Obrador ha derivado en una amplia conversación, en la que autoridades de Estados Unidos consideran que podría incurrir en la violación de las obligaciones fundamentales del T-MEC. 

En la mira están la implementación de las reglas de origen y de los derechos laborales en la industria automotriz, así como factores externos que pesan sobre la cadena de proveeduría globales, como los elevados precios de insumos y la falta de componentes. 

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