Antes de imaginarse al volante y convertirse en un empresario transportista, Gelasio Flores se fue a ganar dólares a Estados Unidos. Esa experiencia le valió el mote de “El Chicano”, que llevó con orgullo para siempre. 

Cuando regresó a su natal San Luis Potosí, lo primero que hizo fue comprarse una camioneta Ford 1974 para transportar naranjas y duraznos ahí en la región. 

De hecho, ese primer vehículo con el que nació Transportes Flores también llevaba el sobrenombre de su dueño en la base del tumbaburros: “El Chicano”.

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Tomó el volante y así empezó este viaje. Llevaba y traía frutas entre distintas partes de San Luis Potosí y después también en estados vecinos, hasta que decidió moverse a la Ciudad de México, porque sabía de la alta demanda que había en La Merced. 

Ahí fue donde en realidad empezó a crecer el negocio, ya que la camioneta de 1.5 toneladas ya era insuficiente. Más clientes, más viajes y ahora era momento de más vehículos. 

Para 1989 se abrió una nueva oportunidad. Participar en la Central de Abasto de la Ciudad de México, en Iztapalapa. Nada más y nada menos que el mercado más grande de América Latina. 

Don Gelasio no lo dudó y empezó gestionar su empresa desde la Central de Abasto. Ya para ese entonces, su hijo Valentín andaba curioso en los camiones, en los viajes y ya desde los once años sabía manejar.

De hecho, para él y para sus hermanos, Eduardo y Julio César, la Central de Abasto fue el segundo patio en el que crecieron, pues lo que ellos veían como un juego en la infancia, se convertiría en una forma de vida cuando tomaron la estafeta de Transportes Flores. 

Todavía cuando el fundador vivía, sus hijos, después de haber ido a la escuela, tomaron roles importantes en la empresa: Valentín en temas legales, otro en la operación y el tercero en la logística. 

Y en la actualidad así funciona la empresa, que ya cuenta con un parque vehicular de 34 tractocamiones y 17 unidades de reparto. Tiene una plantilla laboral de 67 personas y forma parte de organismos importantes en la Central de Abasto. De hecho, Valentín Flores es delegado de la Canacar ahí en la CeDA.

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A cargo de la empresa, Flores García señala que quizá el principal reto y también el principal logro de la compañía es haber dado un giro radical en el servicio, pues hoy representa el principal diferenciador en el sector. 

“Competencia hay mucha. Leal y desleal. Y eso es bueno, pues nos obliga a dar un mejor servicio. Si bien hay unos que compiten por el precio, la verdad es que los clientes sí valoran un buen servicio. Por eso nosotros nos hemos enfocado en mantener satisfechos y contentos a nuestros clientes”, señaló Valentín en entrevista para TyT. 

Por último, el empresario se dijo orgulloso y satisfecho de continuar escribiendo la historia que inició su padre, toda vez que se trata de una actividad sí muy exigente, pero que conlleva muchas satisfacciones