En el país, cada 45 minutos un camión es robado. Tan solo durante 2018, el costo global de la inseguridad en el autotransporte se estimó en 43,665 millones de pesos, cifra que equivale al total recaudado por el Gobierno mexicano en el mismo año por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) en combustibles, revelan cifras de Daimler Trucks México.

 

Únicamente en mercancía, señala el fabricante en un análisis que realizó en 2019 denominado “Panorama de Seguridad de Autotransporte en México”, la pérdida diaria por asaltos alcanza los 17 millones de pesos.

 

De acuerdo con la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada (AMESP), en este escenario constante y al alza de atracos e inseguridad, todos los diferentes modelos de negocio siempre deben contar con un protocolo de seguridad y prevención.

 

“Lo importante es definir cómo trabajarlos para dar mejores resultados en el entorno de nuestro negocio: sea el transporte, operadores o la propia empresa en cualquiera de las líneas de la cadena de suministro”, indica en entrevista Verónica Torres Landa, Directora Ejecutiva de la AMESP.

 

La también especialista en seguridad nacional pública y física de instalaciones estratégicas asegura que, aquella empresa que cuenta con un programa de seguridad, correctamente implementado en el transporte y en sus procesos con empleados y clientes, son más competitivas y pueden diferenciarse al atender escenarios de riesgo con su personal, su carga y sus usuarios.

 

La abogada considera que, lo primero que deben entender las empresas es que no saben lo suficiente sobre seguridad. “Y, entonces, ¿con qué deben empezar?, con la cadena de suministro, ponerle los puntos de seguridad en cada paso. Ya no nada más es en el último eslabón o cuando se traslada la mercancía”, detalla.

 

Desarrollar un protocolo de atención permitirá definir cómo actuar y responder ante cualquier situación de inseguridad. Aunado a ello, establecer una estrategia de respuesta, con protocolos de mando, ante incidentes de cualquier otra índole que se generen dentro de la operación.

 

Para la especialista, también es necesario que las empresas desarrollen un modelo de vinculación e inteligencia social, con el cual se obtenga información del municipio donde está la operación o se trasladarán los bienes y servicios de la compañía, a fin de generar mejores estrategias de atención y prevención.

 

“¿Por qué?”, ejemplifica, “si yo tengo mi centro de distribución en Serdán, Puebla, ya sé que estoy en el mero triángulo rojo de inseguridad y robo. Entonces, tengo que construir medidas de prevención muy reactivas y con mucha seguridad física tanto para el personal como para los vehículos que trasladan mercancías. Esto, a diferencia de otras zonas menos conflictivas en el país, como Mérida o La Paz”.

 

Torres Landa agrega que las empresas también deben considerar operar bajo un modelo de corresponsabilidad social con la autoridad y municipios para ayudar a la organización por medio de la propia comunidad.

 

“Si yo ayudo a mi compañía a través de la comunidad, pues van a cuidar mi empresa. Voy a cuidar mi entorno, porque el personal entra y sale de allí; tanto el que trabaja como el que se traslada”, comparte.

 

“Si nosotros trabajamos con tres acciones principales: obtener información para saber qué sucede en mi escenario, qué voy a hacer para generar acciones concretas y cómo voy a formar a estos seres humanos para que mi vinculación sea fluida. Tres acciones que me van a ayudar a ser mejor empresario y ciudadano”, añade.

 

También Directora General de VTL Consultores, sugiere que, para mejores resultados, las compañías se apoyen en organizaciones que representan a las empresas de transporte de carga y en las autoridades que se dediquen al tema de la atención al robo al autotransporte, tanto en los estados como a través de la Guardia Nacional.