Rosy Trujillo estudió ingeniería química en su natal Monterrey. Desde niña fue buena para la escuela y eligió una carrera que le permitiera seguir aprendiendo al mismo tiempo que observaba cómo ese conocimiento era aplicado en la vida diaria. La ciencia aplicada y totalmente tangible.

Cuando terminó la carrera consiguió trabajo en el Gobierno federal, y estaba contenta. Ya era madre y gozaba de la estabilidad que le ofrecía una vida sin contratiempos y con turnos de oficina.

Por allá entre los años 2012 y 2013 tuvo que dejar ese trabajo y se empleó en una empresa transportista como jefa de tráfico. Entre su preparación académica también destaca una carrera técnica como secretaria ejecutiva bilingüe, de tal manera que sus habilidades le han permitido destacar en los procesos de reclutamiento. 

El trabajo de gestión, monitoreo y evaluación del transporte le gustó mucho; le parecía casi mágico que se pudieran trazar rutas y cumplir objetivos. La tecnología, por ejemplo, cada vez era más útil, y eso fue lo que siempre le interesó: saber cómo algo podía ser más eficiente y evitar desperdicios. 

Justo en ese trabajo, donde conoció distintas áreas del transporte, los operadores a su cargo le empezaron a enseñar a mover el tractocamión con doble remolque. Para ella, los retos también representaron siempre una motivación, pues desde su punto de vista, todo lo que fuera difícil valía la pena. 

Así se la pasó un tiempo, atendiendo el tráfico y moviendo el camión, hasta que se le presentó la oportunidad de subirse al tracto de manera definitiva. Básicamente cambió de trabajo, pues dejó la oficina para tomar el volante, ya que siempre sintió una inexplicable atracción por el transporte, y ahora tenía la posibilidad de hacerlo realidad.

Lo difícil (y peligroso) que ha sido ser mujer

Justo al inicio de su vida como operadora comenzó a experimentar discriminación, injusticias y algunas veces hasta peligro por estar en un trabajo “de hombres” siendo mujer. Incluso recuerda que, cuando era jefa de tráfico, los operadores solían decirle que ese trabajo no era para ella, que mejor se quedara en su casa para criar a sus hijos. 

Es por eso que, al principio, le costó trabajo conseguir un buen empleo como operadora, pues no había las condiciones óptimas para mujeres operadoras; además, en este trajín fue cuando conoció a su actual esposo, quien también es operador y que desde el principio le ofreció su apoyo, guía y hasta capacitación para cualquier emergencia en el camino. 

Así fue como, después de ir y venir, ambos se establecieron en Guadalajara, donde ella consiguió un buen empleo, pues tiene rutas regionales por el Pacífico, de tal manera que no pasa tanto tiempo fuera de su casa. 

“Mi actual patrón no estaba convencido de contratarme porque nunca había tenido mujeres operadoras, pero lo convencí y con el tiempo le he demostrado que no se equivocó. Pero los retos en la carretera, en los restaurantes y en muchas empresas donde cargamos, siguen ahí, presentes, llenos de prejuicios”, afirma. 

Aunque hay mujeres que “se acostumbran” a que les griten cosas, insultos o piropos subidos de tono, para Rosy Trujillo esto no es normal y no debiera ser solapado o permitido, pues el respeto debe seguir imperando en todos los lugares y para todas las personas. 

Y para ella así ha sido, aunque el año pasado estuvo a punto de perder la vida en un asalto en la carretera, en el que seis hombres la atacaron, la violentaron y la golpearon. Tuvo que ir a terapia psicológica mientras que la Guardia Nacional les dijo que no podían hacer gran cosa, dado que el crimen organizado controlaba esa zona. 

Su 10-28 es “Ojitos” porque sus ojos son claros y grandes. Ahora, entre los planes de su vida están seguir estudiando al menos cursos en línea y quiere ahorrar para bajarse del tractocamión, pues tanto su esposo como ella, sueñan con una vida más tranquila, comprar una casa y poner un negocio, quizá de comida, de ropa o de algo que les dé para vivir bien.

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Por último, Rosy Trujillo hace un llamado a las mujeres interesadas en subirse al volante: las conmina a que no se rindan, a que busquen oportunidades, posibilidades y nunca dejen de aprender, pues ésa ha sido una de las máximas enseñanzas que le ha dado el autotransporte nacional.