El conflicto entre Rusia y Ucrania llegó como un bombardeo para la elevada inflación, en un mundo aún amenazado por la COVID-19. El autotransporte fue uno de los primeros afectados, con el incremento abrupto de los precios internacionales del petróleo; sin embargo, los efectos de la guerra amenazan a más insumos e, incluso, a la demanda en el servicio. 

A más de un mes de iniciado el conflicto armado, Rusia enfrenta acusaciones de crímenes de guerra y la Unión Europea alista nuevas sanciones. Las expectativas de crecimiento para la economía global se han deteriorado y el paso de los días sin que se llegue a un acuerdo de paz se traduce en un mayor daño para las naciones, y una mayor inflación. 

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La irrupción de Rusia en el territorio vecino desató una serie de sanciones enfocadas en restar capacidad económica y accesibilidad del Kremlin a tecnología y armas que alimenten su poder militar para avanzar sobre las ciudades de Ucrania. 

El país gobernado por Vladimir Putin es el tercer mayor productor de crudo y el segundo principal generador de gas natural en el mundo, con aportaciones de 11.4 y 8% del total, respectivamente. Adicionalmente, junto con Ucrania, es responsable de la cuarta parte de las exportaciones de trigo y tiene un papel relevante en el mercado del maíz, aceites y fertilizantes.

Por ello, el conflicto bélico genera un elevado nerviosismo y especulación sobre el abasto de energéticos y granos en el mundo; el alcance de Rusia incluye una participación importante en la producción de 16 insumos relevantes para la industria automotriz, en especial para la europea. 

Restringir la participación de ese país en el mercado es otro golpe que viene a agudizar el desequilibrio entre la oferta y demanda global de energéticos, insumos para la manufactura y alimentos; es decir, agudiza la inflación. A ello se suma la prohibición para que empresas de transporte operen en puertos rusos, lo cual es una especie de ola que afecta la logística internacional.

Ante este panorama, se espera que la economía mundial crezca a un menor ritmo del esperado para 2022. En un análisis sobre los escenarios globales y las implicaciones de la guerra, el banco suizo UBS recortó de 4.6% a 3.6% su perspectiva para el Producto Interno Bruto (PIB) mundial de este año. 

Para el caso específico de México, previó un crecimiento de 1.9% en un escenario en que las restricciones contra Rusia no involucren el abasto energético a Europa, pero una mayor prolongación de la guerra y sanciones más estrictas llevarían a nuestro país a desacelerarse a 1.3 por ciento, señaló el banco el pasado 14 de marzo. 

Una chispa para el diesel y la inflación

Tras la intervención de Rusia en territorio ucraniano, el petróleo West Texas Intermediate (WTI) tocó un precio máximo de 130.5 dólares por barril, el pasado 7 de marzo, nivel no visto desde julio de 2008. Este efecto no se hizo esperar en los precios de los petrolíferos, y la inflación. 

El diesel, principal insumo del autotransporte de carga, se vende en México a un precio máximo que supera los 25 pesos por litro, mientras que el promedio nacional, hasta el pasado 17 de marzo, era de 22.77 pesos, superior en 3.4% a su precio de cierre de 2021. 

Con la finalidad de evitar que los precios del diesel y las gasolinas crezcan a mayor velocidad que la inflación general, y con ello evitar un mayor golpe para la economía de las familias y las empresas, el Gobierno federal ha destinado importantes subsidios a los petrolíferos. 

En la semana del 12 al 18 de marzo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) destinó estímulos fiscales por hasta 11.27 pesos a cada litro de diesel, hecho que, de acuerdo con Alejandro Montufar, CEO de PETROIntelligence, evitó que su precio máximo llegue a los 38 pesos. 

Sin embargo, mientras no se logre una tregua o acuerdo de paz y Estados Unidos y la Unión Europa sigan incrementado sanciones contra Rusia, los precios internacionales de los energéticos continuarán elevados, incluso, no se descarta que el crudo WTI regrese a los 130 dólares por barril. 

De hecho, en febrero pasado, los precios del autotransporte de carga aumentaron 5.55% anual, su mayor ritmo desde mayo de 2020. Los precios al productor se elevaron 9.83% anual y la inflación general lo hizo en 7.28 por ciento.

Con la llegada de la denominada “nueva normalidad”, la inflación del servicio ofrecido por los transportistas ha crecido a menor velocidad que el Índice Nacional de Precios Productor (INPP).

Las esquirlas de la guerra

Los mayores precios del autotransporte de carga general no solo están acompañados de un diesel más caro, sino que los transportistas enfrentan sostenidas alzas en los precios de aceites lubricantes, neumáticos y accesorios, partes y piezas para carrocerías y remolques, entre otras refacciones. 

La incertidumbre generada por las tensiones entre Rusia y Ucrania ha llevado a los precios del gas y los metales industriales —como el aluminio, cobre y níquel— a tener fuertes incrementos, factor que golpea los costos de la manufactura y su producción. Éstos son elementos que abonan a la inflación general y presionan al consumo interno. 

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Está claro cuáles son las alzas que inciden de forma directa en el autotransporte; sin embargo, no significa que sean el mayor peligro para la inflación de México. Para UBS, el foco rojo proviene de los alimentos, ya que el trigo y el maíz son componentes clave de la canasta de alimentos.

A diferencia de las gasolinas y el gas, el Gobierno no tiene una intervención sistémica en los precios de éstos, excepto algunos controles en el kilogramo de la tortilla, añade.

El precio del dinero en tiempos de guerra

El Banco de México (Banxico) está ante una situación crítica. Por un lado, está la creciente inflación general y, por el otro, se enfrenta a una política monetaria de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) más restrictiva.

El Banco Central de Estados Unidos elevó 25 puntos base su tasa el mes pasado, y se prevé que lo haga a un ritmo más agresivo en lo que resta de 2022. 

Al respecto, Gabriela Siller, Directora de Análisis Económico-Financiero de Banco BASE, evaluó que los riesgos al alza se están acentuando y es probable que la tasa de interés interbancaria de Banxico se ubique en 8% al cierre de 2022. En tanto, la inflación general se ubicaría en 5.5 por ciento. 

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Al elevar su tasa de interés, Banxico deprime al consumo, ya que aumentan el precio del dinero, del financiamiento para las familias y para las empresas, factor que se convierte en una amenaza más para la economía. Aquí es donde las empresas de autotransporte encuentran otro freno para su crecimiento. 

El nerviosismo generado por el conflicto bélico y una mayor tasa de la FED, son elementos que vuelven más atractivo al dólar sobre las monedas de economías emergentes, lo que lleva a pensar en una depreciación del peso frente a la divisa estadounidense. Una noticia poco alentadora para los transportistas, ya que 41.3% de los insumos que utilizan son de importación, reportan datos del INEGI. 

¿Qué esperar par la inflación y el autotransporte?

La guerra llegó cuando el mundo aún enfrenta variantes de la pandemia. De hecho, China se ha vuelto un foco de atención por el acelerado incremento de contagios por ómicron, y Europa muestra ya síntomas de una quinta ola. Ello lleva a pensar en un menor crecimiento económico y en un descenso en la demanda de materias primas. 

Lo anterior ha llevado a retroceder a los precios del petróleo y metales. Sin duda, que se llegue a un acuerdo nuclear con Irán, que le permita elevar la oferta de crudo, y que el Gobierno de Estados Unidos invoque la Ley de Producción de Defensa para aumentar la producción nacional de petróleo, son elementos que podrían derivar en menores precios del commodity.

Son distintos los actores que conviven en un escenario de incertidumbre que impide tener una visión clara del futuro de la economía local y global; en cambio, la realidad es que el conflicto armado incide en una desaceleración y mayores precios, asevera Humberto Calzada Díaz, Economista en Jefe para Rankia LatAm.

“Ante una elevada y prolongada inflación, los principales afectados seguirían siendo los consumidores y sectores como el autotransporte, que seguirían aumentando sus costos y reduciendo drásticamente sus márgenes de operación”, concluye el experto.

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